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Javi Puentes

Leyendas Chilenas: Millalobo


El mar puede parecer un entorno caótico e inmenso, pero hay una criatura que lo controla en toda su extención. Un ser que tiene poder por sobre todos los otros habitantes de los bastos océanos. Su nombre es Millalobo.

lobo durmiendo

El Millalobo, por mandato de CaiCai-Vilú* es el rey de todos los mares. Es una imponente criatura, más grande que todos los lobos marino, con los que comparte la parte inferior del cuerpo. Cubierto de pelaje dorado, su mitad de lobo marino se junta con el torso de un hombre, su cara una mezcla indefinida entre hombre y pez.

Dicen por ahí que nació del romance entre una bella mujer y un lobo marino. Esto en la época en que CaiCai Vilú y Tenten Vilú luchaban por superioridad, pero esa es otra historia para otro momento.

Cuando los días están soleados y el mar tranquilo el Millalobo con su mujer salen del agua a la playa, a tomar el sol y descansar. Se los puede ver de lejos echados en la arena. Tienen tres hijos, la Pincoya, el Pincoy y la Sirena, cada uno encargado de ayudar a su padre a cuidar los mares, cada uno a su manera.

Una de las tareas más importantes del Millalobo es proteger a las criaturas que viven en el agua. En los pueblos cuentan que el mismo Milalobo no castiga a los que le faltan el respeto al mar, pero manda a alguno de sus miles de súbditos a hacerlo. Me contaron alguna vez que un pescador ambicioso y egoista vió a dos lobos descansando en una roca, una mamá con su cría. El desgraciado se acercó a ellos con un remo y antes de que se pudieran escapar le mandó un golpe a la pequeña e indefensa cría, la madre no la alcanzó a rescatar.

Sabiendo que las pieles de lobo se venden a buen precio, y que el aceite es un muy buen tónico, el pescador se llevó el cadaver del pequeño lobo a su casa y lo colgó de un muro exterior para secar el cuero.

Un día con niebla se le acercaron dos hombres que venían caminando desde el mar hacia su casa. Uno tenía los dientes de oro y le dijo: "Mataste a ese lobito". El pescador pensando que le querían comprar la piel les dijo que lo había pescado, que eso se hace a veces en la isla. Los dos hombres se rieron sospechosamente: "Somos del Caleuche. El Millalobo nos mandó a saldar cuentas contigo por el pequeño lobo. Lo mataste con maldad y sin necesidad, eso está prohibido. El jefe dice que vas a pagar ojo por ojo. Tu hijo mayor morirá en pago por este pequeño que murió injustamente".

Había algo en la forma en que hablaron los dos marineros misteriosos que hizo que el hombre saliera corriendo a revisar a su hijo. Lo encontró tirado en el piso, ardiendo en fiebre, aunque minutos atrás había estado sano. Volvió a correr para tratar de hablar con los hombres mandados por el Millalobo, pero cuando salió nuevamente ya se habían esfumado con la niebla y el cadaver del lobito. Su hijo murió días después en sus brazos.

El Millalobo favorece a los pescadores que se esfuerzan y respetan al mar. Pero no da misericordia a los que amenazan a sus criaturas por pura codicia o maldad.

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