El mar puede parecer un entorno caĆ³tico e inmenso, pero hay una criatura que lo controla en toda su extenciĆ³n. Un ser que tiene poder por sobre todos los otros habitantes de los bastos ocĆ©anos. Su nombre es Millalobo.
El Millalobo, por mandato de CaiCai-VilĆŗ* es el rey de todos los mares. Es una imponente criatura, mĆ”s grande que todos los lobos marino, con los que comparte la parte inferior del cuerpo. Cubierto de pelaje dorado, su mitad de lobo marino se junta con el torso de un hombre, su cara una mezcla indefinida entre hombre y pez.
Dicen por ahĆ que naciĆ³ del romance entre una bella mujer y un lobo marino. Esto en la Ć©poca en que CaiCai VilĆŗ y Tenten VilĆŗ luchaban por superioridad, pero esa es otra historia para otro momento.
Cuando los dĆas estĆ”n soleados y el mar tranquilo el Millalobo con su mujer salen del agua a la playa, a tomar el sol y descansar. Se los puede ver de lejos echados en la arena. Tienen tres hijos, la Pincoya, el Pincoy y la Sirena, cada uno encargado de ayudar a su padre a cuidar los mares, cada uno a su manera.
Una de las tareas mĆ”s importantes del Millalobo es proteger a las criaturas que viven en el agua. En los pueblos cuentan que el mismo Milalobo no castiga a los que le faltan el respeto al mar, pero manda a alguno de sus miles de sĆŗbditos a hacerlo. Me contaron alguna vez que un pescador ambicioso y egoista viĆ³ a dos lobos descansando en una roca, una mamĆ” con su crĆa. El desgraciado se acercĆ³ a ellos con un remo y antes de que se pudieran escapar le mandĆ³ un golpe a la pequeƱa e indefensa crĆa, la madre no la alcanzĆ³ a rescatar.
Sabiendo que las pieles de lobo se venden a buen precio, y que el aceite es un muy buen tĆ³nico, el pescador se llevĆ³ el cadaver del pequeƱo lobo a su casa y lo colgĆ³ de un muro exterior para secar el cuero.
Un dĆa con niebla se le acercaron dos hombres que venĆan caminando desde el mar hacia su casa. Uno tenĆa los dientes de oro y le dijo: "Mataste a ese lobito". El pescador pensando que le querĆan comprar la piel les dijo que lo habĆa pescado, que eso se hace a veces en la isla. Los dos hombres se rieron sospechosamente: "Somos del Caleuche. El Millalobo nos mandĆ³ a saldar cuentas contigo por el pequeƱo lobo. Lo mataste con maldad y sin necesidad, eso estĆ” prohibido. El jefe dice que vas a pagar ojo por ojo. Tu hijo mayor morirĆ” en pago por este pequeƱo que muriĆ³ injustamente".
HabĆa algo en la forma en que hablaron los dos marineros misteriosos que hizo que el hombre saliera corriendo a revisar a su hijo. Lo encontrĆ³ tirado en el piso, ardiendo en fiebre, aunque minutos atrĆ”s habĆa estado sano. VolviĆ³ a correr para tratar de hablar con los hombres mandados por el Millalobo, pero cuando saliĆ³ nuevamente ya se habĆan esfumado con la niebla y el cadaver del lobito. Su hijo muriĆ³ dĆas despuĆ©s en sus brazos.
El Millalobo favorece a los pescadores que se esfuerzan y respetan al mar. Pero no da misericordia a los que amenazan a sus criaturas por pura codicia o maldad.
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